Con el paso del tiempo, los portones metálicos se ven afectados por la humedad, la salinidad del ambiente y la falta de mantenimiento. El óxido comienza a aparecer, debilitando la estructura y comprometiendo su funcionamiento. En este punto surge la duda: ¿es mejor reparar o reemplazar el portón? La decisión depende del grado de deterioro, el tipo de material y el uso que se le da.
Evaluar el nivel de corrosión
El primer paso es determinar la magnitud del daño. Si el óxido solo afecta la superficie, puede eliminarse mediante limpieza y aplicación de productos anticorrosivos. Sin embargo, cuando la corrosión avanza hacia el interior del metal, el problema se vuelve estructural y compromete la seguridad del portón.
Algunos indicadores de que la corrosión es avanzada incluyen:
- Partes que se desmoronan o se quiebran al aplicar presión.
- Bisagras o guías con movimiento restringido.
- Desprendimiento de grandes capas de pintura con óxido profundo debajo.
Cuándo optar por la reparación
Reparar el portón es una buena opción cuando el daño está localizado y la estructura principal sigue firme. En estos casos, se puede retirar el óxido con herramientas específicas, aplicar masilla metálica y realizar un tratamiento anticorrosivo para recuperar la superficie. Luego, se pinta nuevamente para proteger el hierro de la humedad.
Este tipo de intervención es recomendable cuando:
- El portón es relativamente nuevo o de buena calidad.
- El costo de los materiales y mano de obra no supera el 40% del valor de uno nuevo.
- Las partes móviles (ruedas, rieles, motor) funcionan correctamente.
Cuándo conviene reemplazarlo
Si el portón tiene muchos años o el óxido afecta zonas amplias, lo más recomendable es reemplazarlo. En estos casos, las reparaciones suelen ser temporales y no garantizan un funcionamiento seguro a largo plazo. Además, un portón nuevo permite incorporar mejoras como automatización, cerraduras modernas y materiales más resistentes al clima.
El reemplazo suele ser la mejor alternativa cuando:
- El marco o las hojas están deformadas por la corrosión.
- El motor sufre bloqueos frecuentes o no puede mover el portón.
- El mantenimiento anterior no fue suficiente para detener el deterioro.
Prevención y mantenimiento
Independientemente de la decisión, es fundamental aplicar rutinas de mantenimiento para evitar futuros daños. La limpieza periódica y el uso de productos adecuados permiten extender la vida útil del portón y mantener su estética por más tiempo.
Algunas acciones básicas incluyen:
- Lavar el portón con agua y detergente neutro cada pocos meses.
- Revisar tornillos, bisagras y guías para detectar signos tempranos de óxido.
- Aplicar pintura o esmalte anticorrosivo cada uno o dos años, según la exposición al clima.
Conclusión
Decidir entre reparar o reemplazar un portón oxidado depende del grado de daño y del valor que tenga la estructura existente. En casos leves, una reparación profesional puede devolverle su resistencia y aspecto original. Pero cuando el deterioro es profundo, un portón nuevo representa una inversión más segura y duradera. En cualquiera de las opciones, el mantenimiento regular es la clave para evitar llegar a este punto nuevamente.